Tiene 17 años, lee libros de Harry Potter y ya ha trabajado para Nike, Diesel o Toyota. Eso sí, todo el dinero que recibe va a una cartilla de ahorro a la que no puede acceder personalmente sin el visto bueno de su madre. Por las calles de Nueva York circulan miles de camisetas diseñadas por Magomed Dovjenko en su habitación de adolescente de 10 metros cuadrados, en Colonia. “Acabo de redecorar mi cuarto. Me costó mucho convencer a mi madre, pero quería quitar ya ese papel de la pared con florecitas y necesitaba una mesa de tablón más amplia para dibujar más cómodo”, relata Magomed, a quien ha sacado del anonimato la revista Der Spiegel.

Llegó a Alemania en 1994 con solo un año de edad, junto con sus padres y su hermana, huyendo de la guerra de Chechenia. Con 8 años ya dibujaba tebeos y los vendía por 50 céntimos de euro en el patio del colegio. Pero donde el negocio se convirtió en millonario fue en internet. En su cuenta de Facebook, también bajo supervisión materna, constan 2.000 fans.

Además de dibujar como los ángeles, su talento para los negocios es innegable. Parte de una austeridad en gastos solamente creíble después de haber visto la austeridad de su cuarto. Su nivel de competitividad no es superable. Y a los 14 años escribió a una docena de agencias cuyas direcciones encontró en internet, con un mensaje claro, conciso y directo: “Hola, me llamo Mago y quiero trabajar para vosotros”, al que adjuntaba algunos de sus diseños. Hoy tiene dos agentes, uno en Düsseldorf y otro en Londres. Antes de alcanzar la mayoría de edad, ya es rico. A veces no cobra nada por un diseño, sencillamente lo regala. Pero a menudo cobra cifras de cuatro ceros.

Sigue compaginando su educación secundaria con los dibujos, pero en cuestión de diseño es un autodidacta. A los 12 años le regalaron un manual de diseño por ordenador que le sirvió de base para todo su trabajo y dice estar tan ocupado diseñando que, aunque le hubiese gustado hacer algún curso, no ha tenido tiempo. Dedica unas 30 horas a cada dibujo y respeta la norma familiar de pasar varias horas al día con los amigos o haciendo deporte. “No quieren que pase demasiado tiempo delante del ordenador”, comenta resignado. (el mundo)





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