La mayor parte de las islas que conforman la todavía “región especial” de Hong Kong son una mezcla de la tradición y una alocada carrera hacia la modernidad y el futuro. Cada una de esas caras se reflejan en dos distritos bien diferentes:  (al no haber espacio se construye hacia arriba, aprovechando cada metro cuadrado al máximo) y Lantau, un apacible pueblo de pescadores, el hogar de templos budistas e incluso un monasterio de monjes trapenses.

Lantau, fundado en el siglo XIX, se resiste desde hace varias décadas a dar el salto hacia el futuro. Es posible que sea una lucha estéril:  La construcción del nuevo aeropuerto internacional de Hong Kong y el ambicioso proyecto del colosal puente que unirá la ciudad con Macao y Zhuhai pueden acabar definitivamente con este reducto de tradición.

A pesar de todo, la fama de Lantau crece entre los turistas como ese lugar donde el reloj se ha detenido, en el que se come de fábula y el silencio reina no muy lejos del tráfico, las luces y el estrés de la bulliciosa Hong Kong. Tal vez sea este magnetismo haci a tantos y tantos visitantes extranjeros lo que pueda salvar a Lantau de su destino.

Para quienes planean viajar a Hong Kong y llevan sabiamente apuntada en su agenda la visita a Lantau, recordamos que se puede llegar a esta isla gracias al ferry que zarpa desde el muelle de Kowloon. Solo una hora de travesía y cambiaremos el paisaje de asfalto y ruido por el de playas, templos y silencio.

Fuente: ViajarAsia.com





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