La página web del Senado ha costado a todos los españoles 448.819,25 euros
Parece que la crisis económica no afecta a algunas entidades del Estado que no escatiman en gastos. La última bromita ha sido el desproporcionado y vergonzoso coste de una sencilla página web: 448.819,25 euros. Un coste justificado por el vicepresidente primero del Senado, Juan José Lucas, quien dijo que es una “inversión en democracia” de la que se sacará su máxima rentabilidad. Pero que a día de hoy es una web sencilla, con un diseño espartano y sin ni siquiera tener la accesibilidad adecuada y marcada por los estándares y así lo admiten en la sección “Accesibilidad”: “Es posible que algún aspecto concreto de la página web no cumpla los requisitos Doble-A, ya sea porque algunas funciones no se han reprogramado desde cero o porque la naturaleza de la funcionalidad lo impide. El Senado se compromete a realizar los esfuerzos necesarios para mejorar las condiciones de accesibilidad de estas excepciones, en la media en que las herramientas disponibles en cada momento lo permitan.”
La página web que hasta ahora tenía el Senado fue realizada en 1997, por lo que se consideraba necesaria una renovación, tanto en el diseño como en su estructura. Han sido las empresas Vass Consultoría de Sistemas, Grupo Corporativo GFI Informática e Ibermática, quienes han desarrollado respectivamente la renovación de la web (281.325 euros), el buscador (118.338 euros) y una sección para niños y jóvenes (49.156,25 euros). Señalar que esta sección de “Niños y jóvenes” ha sido realizada con tecnología Flash, lo que impide ser vista por infinidad de tablets y móviles. Y hablando de móviles, han tenido la desfachatez de hacer una web sin versión móvil.
No dudamos que el cambio ha sido importante y ahora ofrece más posibilidades: emisiones en directo, descargas de vídeos, sección de protestas ciudadanas (con firma digital), potenciación de las redes sociales, visitas virtuales en 3D y multitud de datos. Pero, desde nuestro punto de vista y como expertos en el desarrollo de páginas web creemos que el coste es desproporcionado e incluso nos aventuramos a presupuestar una página web de este estilo en no más de 60.000 euros. Diez veces menos de lo pagado con el dinero de todos los españoles. ¿Quién controla este tipo de gastos?, ¿quién ha licitado este proyecto por casi 80 millones de las antiguas pesetas?. La gran mayoría de los españoles no ganaremos 448.819,25 euros en toda nuestra vida.
Según los datos faciliatados por el Senado, en torno a la mitad del coste de la nueva web “corresponde a las licencias de uso del gestor de contenidos (Oracle UCM), a los elementos de infraestructura relacionados con la tramitación electrónica (Kinamik), a las licencias del buscador (Oracle SES) y a la compra de un nuevo servidor de aplicaciones (Oracle Weblogic)”. Todo son historias y mentiras. Una web de este estilo no necesita tales licencias de pago, hay infinitas herramientas gratuitas de las que el Estado debería ser el primero en aprovecharse de ellas.
Otros expertos diseñadores como Fernando, de NetBrain, una empresa riojana de diseño web, indica que “el valorar si es elevado o no, simplemente con ver la web y decir lo que nos ha costado, es un poco difícil. Están cuestiones técnicas que sería interesantes saber: sobre el buscador, cuántos documentos almacena, si han tenido que subir esos documentos uno a uno y clasificarlos o se han importado, temas como redacción de contenidos, reportajes fotográficos, vídeos, formación al personal para administración de la web, etcétera”. Aún si la empresa diseñadora tuviera que realizar todas estas actividades, con el 50% del presupuesto, 224.000 euros, tienes para pagar eso y muchísimo más. Más de uno se ha hecho millonario con esta página web.
Tenemos muy claro que con muchísimo menos dinero se podría haber hecho lo mismo si los técnicos encargados de la licitación se hubieran preocupado en conseguirlo. Pero, repetimos, el dinero público nunca duele gastarlo.
Los creadores, después de embolsarse esta cantidad tan escandalosa, tuvieron la osadía de crear una web vulnerable y que permitía a cualquier internauta escribir mensajes en la página web a través de la dirección URL. Este error fue aprovechado por los ciudadanos para manifestar su indignación con lo que muchos consideran un derroche innecesario escribiendo “esta mierda cuesta 437.000 euros”, “arriba las manos”, “¿de verdad necesitamos todo esto?”, “los senadores nos estafan” y otros similares.
Un aplauso a nuestros políticos.
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