El uso de Internet se ha hecho muy común en los hogares y las oficinas y hoy en día nadie duda de su necesidad y su total expansión. Lo que no resulta tan usual es su utilización en el interior de los vehículos y, de hecho, aún es poco habitual. Pues bien, si el DVD o el GPS se han convertido en tecnologías habituales en nuestros coches, en poco tiempo también lo será Internet.
Según un estudio publicado por IMS Research recientemente, esta tendencia está por cambiar. Las previsiones realizadas en un informe que ha servido de base para la publicación posterior de este estudio en IMS Research, denominado,The World Market for OE In-Vehicles Telematic estiman que el número de vehículos nuevos con acceso a Internet pasará de los 1,1 millones de 2009 a los seis millones en 2017. De esta forma, el 6 por ciento de los vehículos que se matriculen en siete años, contarán con esta tecnología.
El autor del informe del IMS Research, Jon Cropley, señala que “los principales factores para que se desarrolle esta tendencia son la creciente popularidad de las aplicaciones descargables y las mejoras en la tecnología móvil”. En este sentido, una de las tendencias más destacadas en las comunicaciones móviles de los últimos tres años ha sido el consumo de aplicaciones de software descargables para teléfonos móviles que tienen acceso a Internet.
El otro factor que alimenta el creciente número de vehículos nuevos con acceso a Internet, es la introducción de mejoras en la tecnología móvil. Las primeras generaciones en utilizar la tecnología móvil, no pudieron transferir datos lo suficientemente rápidos como para que Internet fuese viable en el vehículo. No obstante, la conocida generación 3G ha cambiado este panorama y ahora está ampliamente desarrollada en la mayoría de los países. De hecho, Japón fue uno de los primeros países con una amplia disponibilidad de 3G, y la mayoría de los vehículos contaban con acceso a Internet en 2009.
En estos momentos, el despliegue de tecnologías móviles de próxima generación (comúnmente conocida como 4G) no sólo hará que el acceso a Internet desde el vehículo sea más rápido, sino que también le permitirá nuevos servicios que antes no eran viables. La masiva popularidad de esta preferencia ha provocado que la industria automotriz se haya puesto alerta y considere la viabilidad de las aplicaciones para su uso en el vehículo.
Las aplicaciones que ya han sido desarrolladas incluyen informes sobre el destino del viaje e incluso leer en voz alta el correo electrónico mientras se conduce. El estudio de IMS Research prevé que el uso de aplicaciones a bordo de vehículos crecerá rápidamente y, de hecho, se aventura a decir que este mercado tendrá un valor de más de 4.000 millones de dólares en 2017.
A pesar de que esta previsión es para dentro de siete años, el próximo, en 2011, el Audi A8 estará provisto de acceso a Internet. Tras él vendrá BMW y a ellos le seguirán otras marcas de coches de prestigio. No obstante, conforme se vaya normalizando su uso, estará disponible en vehículos de prestigio inferior. En lo que se refiere al precio que tendrán estos coches, su cuantía tenderá a variar mucho en función de lo que se incluya en el acceso a Internet.
En algunos casos éste puede ser incluso parte del sistema de ‘información y entretenimiento’ del vehículo y vendrá con una amplia gama de aplicaciones. Se abre la puerta a servicios “futuristas”. Desde que el coche te informe de en qué parking quedan plazas libres, hasta avisar a quien te está esperando cuánto queda para que llegues basado en tu localización, distancia, estado del tráfico y meteorología.
No obstante, no todo debe relacionarse de modo directo con el manejo del volante. Entre las numerosas ventajas de tener acceso a Internet en el vehículo, también destaca la posibilidad de poder enviar la posición en todo momento a una central de alarmas o al mismo usuario.
La utilización de vehículos con acceso a Internet no está exenta de críticas. Un elevado número de usuarios han expresado su preocupación, ya que consideran distraen a los conductores.Se sabe que las distracciones ocasionan más muertes que el exceso de velocidad, por lo que los métodos de comunicación entre el usuario y el dispositivo de red deben contemplar la mínima desviación de la vista respecto de la carretera.
Respecto a la privacidad, se abre el debate sobre las imprudencias al volante, ya que las aseguradoras querrán saber las prácticas de sus clientes y el modo en que conducen para aplicar descuentos o aumentar la prima en función de su comportamiento en la carretera. En 2008, la aseguradora Mapfre llevó a cabo una experiencia piloto en la que otorgaba un descuento en la prima a los usuarios que compartían sus datos con la aseguradora mediante una caja negra integrada en el vehículo, que contaba con un GPS y un transmisor.
Frente a todo esto, los fabricantes de vehículos han realizado sus propias investigaciones y creen que Internet a bordo de los vehículos sería una buena baza para atraer a compradores. La capacidad para acceder a Internet llevaría a muchos clientes a comprar un vehículo. La industria automotriz se encuentra ante el gran reto de proporcionar acceso a Internet a los consumidores que lo desean, sin poner en peligro la seguridad vial.
En la actualidad, hay diferentes opciones para conectar un vehículo a Internet. La más habitual es a través de un teléfono inteligente situado en el salpicadero, que junto con un navegador GPS permiten tener acceso en tiempo real a posibles problemas de congestión de tráfico y las consecuentes rutas de escape. Sin embargo, estos sistemas tienen el inconveniente de no estar integrados por completo con el vehículo y, por tanto, se necesita que el conductor fije la vista en ellos durante breves espacio de tiempo, una práctica prohibida por el nuevo reglamento de tráfico y que obliga a buscar soluciones compatibles con la conducción.