Su parroquial dedicada a San Andrés se halla en el extremo oriental de la población. Es un edificio de una sola nave, orientado y de buena hechura.
Notablemente modificada hacia el XVII, se le añadieron capillas laterales, torre a los pies y un atrio al lado sur, que destruyó la portada original. Aún puede apreciarse el perfil de su lado izquierdo así como un pequeño segmento de la imposta decorada de la misma. Los ventanales centrales y norte del cilindro absidal se cegaron y la bella columna-estatua es muy probable que proceda de su desaparecido ventanal central.
Según refiere Enríquez de Salamanca, dicha pieza fue hallada “no hace mucho al remover la mesa del altar” (cita de 1991).
La cabecera del templo, edificado en buena piedra sillar bien escuadrada y ajustada, se organiza en tres lienzos separados por dos columnas adosadas que se elevan desde sendas pilastras a la altura de las impostas de los
capiteles del ventanal restante. Rematan en altura en capiteles que colaboran junto con canecillos simples a sustentar el alero. A nivel del borde inferior del ventanal, corre imposta de ajedrezado jaqués. Tras el cilindro absidal, continúa corto presbiterio y tras el la nave.
El ventanal que se salvó de la reforma en la que se cegaron los otros dos, abre al lado sur del ábside. Es de medio punto dovelado, derramado y decora con arquivolta de baquetón que apea por medio de capiteles y columnillas. Por fuera un exuberante guardapolvo decorado con hojas de acanto. La misma decoración vemos en el capitel de nuestra derecha, mientas que en el opuesto hay dos centauros afrontados, enredados en zarcillos vegetales
Al interior las modificaciones sufridas son abundantes. Las bóvedas son de crucería y la cabecera está oculta tras un retablo barroco. El presbiterio se halla libre, y tras él, el arco triunfal compuesto por doble columna sobre la que se alzan sendos capiteles dobles en los que apea un fajón de medio punto. Los capiteles son de buena hechura y representan el del lado sur una lucha entre caballeros entre los que media una dama. En el lado opuesto un personaje sedente con dos lanzas cruzadas a nivel de su abdomen y flanqueado por sendos grifos alados con la cabeza vuelta sobre el lomo. Tradicionalmente se había interpretado como Daniel entre los leones por imprecisión en
su observación. Ni es Daniel, ni son leones. Se trata, a decir de García Guinea de “La ascensión de Alejandro”, tema excepcional en el románico.
Pero la pieza realmente excepcional, por la que merece con creces la pena el acercarse a este templo, es la columna-estatua que se halla en funciones de atril en el lado del evangelio. La parte alta es el capitel sobre el que descargaría el arco del ventanal. Se decora con cuatro desproporcionados y toscos roleos. Por delante de la columna propiamente dicha, en altorrelieve, la figura de un personaje barbado, de cuidados rasgos que toca una vihuela de cinco cuerdas, reproducida con todo lujo de detalles.
Datable a mediados del XII, como el templo original. Probablemente tenga relación con el taller escultórico de la escuela de Aguilar, al igual que la decoración de los capiteles vistos al exterior y al interior.