A buen salvo está el que repica.
A dineros, pagados, brazos quebrados.
A Dios rogando y con el mazo dando.
Al buen entendedor pocas palabras.
Al buen pagador no le duelen prendas.
Ándame yo caliente y ríase la gente.
A quien Dios quiere bien, la casa le sabe.
Boca sin muelas es como molino sin piedra.
Buen corazón quebranta mala ventura.
Buen servicio, mal galardón.
Cada uno es artífice de su ventura.
Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la
oficina del estómago.
Cortesías engendran cortesías.
Cuando a Roma fueres, haz como vieres.
Cuando Dios amanece, para todos amanece.
Cuesta poco prometer lo que jamás piensan ni pueden cumplir.
Dádivas quebrantan peñas.
Dar tiempo al tiempo que no se ganó Zamora en una hora.
Del dicho al hecho hay gran trecho.
Del hombre arraigado no te verás vengado.
Dios ayuda al que mucho madruga.
Donde menos se piensa se levanta la liebre.
El dar y el tener seso ha menester.
El hombre pone y Dios dispone.
El piadoso cielo socorre en las mayores necesidades.
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.
El que no madruga con el Sol no goza del día.
El que ve la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo.
El tiempo descubridor de todas las cosas.
En casa llena presto se guisa la cena.
Enfrenta la lengua; considera y rumia las palabras antes de que salgan de la boca.
En mucho más se ha de estimar un diente que un diamante.
Entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares.
Ese te quiere bien que te hace llorar.
Es ligero el tiempo y no hay barranca que lo detenga.
Hoy por ti, y mañana por mi.
Júntate a los buenos y serás uno de ellos.
La codicia rompe el saco.
La culpa del asno no se ha de echar a la albarda.
La diligencia es madre de la buena ventura; y la pereza, su contraria.
La prolijidad suele engendrar el fastidio.
Las gracias y los donaires no asientan sobre ingenios torpes.
Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones.
Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo.
Más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.
Más vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga.
Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.
Más vale salto de mata que ruego de hombres buenos.
Más vale una «toma» que dos «te daré».
Mejor no menear el arroz aunque se pegue.
Nadie diga «de esta agua no beberé».
No es oro todo lo que reluce.
No hemos conocido el bien hasta que lo hemos perdido.
Ojos que no ven, corazón que no quiebra.
Por el hilo se saca el ovillo.
Para todo hay remedio, si no es para la muerte.
Promesas de enamorados son ligeras de prometer y muy pesadas de cumplir.
Querer atar las lenguas de los maldicientes es lo mismo que querer poner puertas
al campo.
Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija.
Quien busca peligro perece en él.
Quien destaja no baraja.
Quitada la causa se quita el pecado.
Se templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni
cumple palabra.
Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro.
Suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias.
Tanto se pierde por carta de más como por carta de menos.
Tanto vales cuánto tienes.
Todo mal nace de la ociosidad, cuyo remedio es la ocupación honesta y continua.
Todos los duelos con pan son menos.
Todos los gatos son pardos.
Tripas llevan pies, que no pies a tripas.
Tripas llevan pies, que no pies a las tripas.
Un abismo llama a otro y un pecado a otro pecado.
Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza.
Vendrán por lana y saldrán trasquilados.
Vendrán por lana y volverán trasquilados.