Cuatro años antes de los JJOO de Río, los ingleses tuvieron la picardía de instalar el beach-volley en el corazón de Londres, en Horse Guards Parade. En el cuartel general de la guardia real, literalmente debajo de las ventanas de David Cameron, en Downing Street, que se ha quejado por el ruido, y al final del jardín de Buckingham.

En cualquier caso, se ha logrado llamar la atención y poner este deporte en el lugar que se merece: la pista de arena del beach-volley se ha visto llena todos los días, con 10.000 espectadores por competición, hasta la final femenina, entre dos equipos americanos, el pasado miércoles, y la de hombres (Alemania-Brasil), ayer jueves. Bajo un cielo plomizo, típico de Londres, y una suave brisa fresca, las chicas salieron en bikini, con unos cuerpos de escándalo, para disputar el partido.

Así que la polémica estaba servida desde el principio, puesto que las cámaras de los fotógrafos y las miradas de curiosos se dirigían hacia la curvas de las deportistas, mientras que a los hombres se les permitía competir con algo más de ropa, medida que fue catalogada de sexismo puro y duro.

Fuente: JuegosyOlimpicos.com





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