La Real Academia Española (RAE) ha actualizado en la red, por quinta vez desde su aparición en 2001, la vigésima segunda edición impresa del Diccionario de la Lengua Española, que es la última publicada hasta ahora.
En total, se han efectuado 1.697 cambios que pueden consultarse en el portal de la Academia (www.rae.es), concretamente en la ventana que da acceso al Diccionario.
Las modificaciones corresponden a las debatidas y aprobadas desde septiembre de 2007 hasta diciembre de 2011 y aparecen distinguidas con la leyenda ‘artículo enmendado’ o ‘artículo nuevo’. Los cambios del DRAE, al igual que ocurre con el resto de las obras académicas desde hace más de una década, se realizan con el consenso de las veintidós Academias de la Lengua Española.
Estas modificaciones afectan a vocablos como ‘acojonamiento’, ‘beisbolero’, ‘bloguero’, ‘canalillo’, ‘chatear’, ‘cienciología’, ‘clitoriano’, ‘culamen’, ‘euscaldún’, ‘friki’, ‘gayumbos’, ‘minicadena’, ‘ochomil’, ‘okupa’, ‘papamóvil’, ‘pepero’, ‘sms’, ‘sudoku’, ‘sociata’, ‘ugetista’ o ‘usb’.
Las nuevas modificaciones se suman a las ya realizadas en los años 2004 (2.576), 2005 (9.029) y 2007 (4.618) y 2010 (2.996). Todas ellas formarán parte de la próxima edición impresa del DRAE, la vigésima tercera, prevista para el año 2014.
No obstante, el proceso de actualización del Diccionario es continuo y sigue abierto. La RAE y el resto de las Academias de la Lengua Española trabajan conjuntamente en una serie de enmiendas _varios miles_ que, una vez aprobadas, se irán dando a conocer oportunamente y pasarán a formar parte del DRAE.
En el preámbulo de la edición impresa vigente se recuerda que “con frecuencia se solicita, y a veces de manera apremiante, que sean borrados del Diccionario términos o acepciones que resultan hirientes para la sensibilidad social de nuestro tiempo. La Academia ha procurado eliminar, en efecto, referencias inoportunas a raza y sexo, pero sin ocultar arbitrariamente los usos reales de la lengua”.
“Conviene tener claro al propósito que el Diccionario debe facilitar, al menos, claves para la comprensión de textos escritos desde el año 1500. Para que cumpla esta misión esencial, la Academia no tiene más remedio que incluir en el Diccionario esas voces molestas, sin que ello suponga prestar aquiescencia a lo que significan ahora o significaron antaño”, apunta.
Fuente: eleconomista.es
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