Cuando duerme el glamour en Mónaco, es que amanece la devoción. Tanto monta, monta tanto la magnificencia de las grandes citas sociales como la sencillez de las ceremonias religiosas del Principado. Volvieron a demostrarlo ayer los príncipes Alberto y Charlene, acompañados por la princesa Carolina, durante la celebración del Corpus Christi. Los Grimaldi, que presidieron la tradicional procesión desde la balaustrada del Palacio Real, donde se encontraban tres reclinatorios para los momentos de oración, vivieron con fervor la festividad. Sólo cupo algún comentario entre rezo y rezo. Y, acorde con la ocasión, las damas desplegaron discreta elegancia.
Fuente: hola.com
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