Titanic: Isabel García e Israel Terán viajarán a Barcelona para el sábado celebrar el homenaje del transatlánticoAño 1912. 15 de abril. Oruña de Piélagos. Al calor de su hogar, Dolores da a luz a una niña que se llamará Isabel y deberá caminar justo un siglo para poder alcanzar la experiencia más emocionante de toda su vida. Año 1912. 15 de abril. Terranova. Al frío del Atlántico Norte, el ‘Titanic’, el orgullo naviero de Inglaterra, el barco insumergible, inicia un escalofriante descenso a las profundidades del océano herido de muerte por un iceberg de casi 30 metros. Año 2012. 15 de abril. Barcelona. Al calor de la primavera, ambas historias, tan ajenas, y tan lejanas, convergerán en una sóla para que Isabel se convierta, por una noche, en pasajera del ‘Titanic’ cerrando, de este modo tan amable, un círculo que cien años dura.

A sus 99 años, cuatro meses y diez días, Isabel García Polanco jamás había llegado a imaginar que su aventura «más increíble» estaba todavía por llegarle.

Pero el destino lo ha querido así. El destino y la Fundación Titanic, que anda buscando por el mundo a cuantas personas hayan nacido el mismo día en que se hundió el barco más famoso de la historia para celebrar con ellas el Centenario de una tragedia por la que, en realidad, Isabel nunca se había interesado. Viuda desde hace ya una década, madre de siete hijos (dos fallecidos), abuela de ocho nietos y bisabuela, poco sabía del naufragio del ‘Titanic’ Bastante tenía con lo suyo.

Ahora, obviamente, lo sabe todo. Sus hijas, en especial Merche, que fue la que contactó con la fundación, ya se han encargado de poner a la mujer al corriente de la historia apocalíptica del ‘insumergible’. Y de la invitación a participar en el Centenario de tan trágico suceso. Y está entusiasmada. Y es normal. Si Dios quiere -que lo va a querer- Isabel celebrará su 100 cumpleaños vestida de gala, cenando el menú que degustaron los tripulantes del ‘Titanic’ la noche antes del hundimiento, en una vajilla idéntica, y escuchando las mismas piezas musicales que se oían en el naufragio. Incluso -le ha prometido Merche- «bailaré con el capitán».

No ha visto la película

Isabel, que ni siquiera ha visto el oscarizado film de James Cameron, no guarda ningún recuerdo del naufragio del ‘Titanic’ en su memoria. La tiene llena de los suyos propios, que en una conversación sin prisas saca a borbotones para demostrar que la conserva en perfecto estado. Aunque antes, coqueta, pregunta si está mejor con chaqueta o sin ella. Es por lo de la foto.

Cuarta de seis hermanos, Isabel desconoce en qué momento de aquel fatídico día 15 de abril nació y si su alumbramiento coincidió con el mismo momento del naufragio o lo hizo con las horas posteriores al hundimiento, cuando los supervivientes trataban de agarrarse desesperados a la vida que ella acababa de recibir. «Mi madre me dijo siempre que yo vine ‘de París’ y yo… punto en boca», dice riendo.

Sí recuerda su etapa del colegio, un centro mixto donde tenía una maestra de Burgos «un poco bruta», y a sus amigos de la juventud, con los que jugaba al ‘jorge’, un pasatiempo en el que por lo visto se utilizaban insectos.

Desde luego, eran otros tiempos, en los que, por ejemplo, las faldas, «se llevaban por aquí», dice señalando sus tobillos, «y no por aquí», dice apuntando a la cintura.

Pasado algún tiempo, la nueva pasajera del ‘Titanic’ soltó amarras y conoció a José María, un muchacho oriundo de Mortera (Piélagos) que trabajaba por aquel entonces en la tienda de ‘Manolín el Manco’ (hoy desaparecida) y con quien contrajo matrimonio al cumplir los 20. Con él, su esposo, adquirió un contrato (hoy en peligro de extinción) que implicó afincarse en Santander -primero en Cueto y luego en General Dávila- y traer al mundo a siete hijos. Eran «tiempos felices» que más adelante truncó la muerte de dos de ellos.

Pero aún tiene cinco que le adoran. Y un reguero de nietos que hoy pueden presumir de tener una abuela ‘titánica’. Y un secretillo. Dice que desde hace algún tiempo anda buscando a un tal Guillermo, que es «un pretendiente» de cuando era soltera. Y un deseo. Salud. «Todas las noches me acuesto con un rosario en la mano y pido a Dios que me guarde y que me cuide». Más ahora, porque le ha prometido a sus hijas Merche y Maribel (que irán con ella al acto) hacer gimnasia para poner a punto sus rodillas y poder echarse ese baile con el capitán del ‘Titanic’.

El curioso caso de Israel y el Titanic

Estaba en el salón de su antigua casa y ponían en la televisión la película ‘La última noche del Titanic’ de 1958. Un tatuaje no le habría marcado tanto. El romance entre Israel Terán y el barco más famoso de la historia nació cuando tan sólo tenía siete años. Una escena en la que un niño lloraba desconsolado se le quedó grabada de por vida. Desde entonces, no ha parado de investigar sobre el suceso, de nutrirse de información para sacar sus propias valoraciones de lo que significó que ‘el barco insumergible’ se hundiera.

Ahora, a sus 28 años, su pasión no hace más que incrementarse. No es un amor de verano, lo suyo es de verdad. Tiene más de un centenar de objetos. Reproducciones de cristalería, vajilla de primera, segunda y tercera clase, campanas y un silbato de acero, fotografías antiguas, maquetas del buque, el último menú que se sirvió, la lista de pasajeros con un punto negro a rotulador que señala al único pasajero con el nombre de Israel, libros testimoniales, películas clásicas, el boceto que Jack (Leonardo Di Caprio) pintó a Rose (Kate Winslet) en la película, un collar ficticio del diamante azul (corazón del mar), una muñeca de la protagonista y los vestidos que lució en el film de Cameron, pins de oro elaborados exclusivamente para él, fotocopias de El Diario Montañés en abril de 1912 cuando apareció por primera vez el suceso del Titanic, una réplica de la manta de tercera clase y dedales, entre otros muchísimos objetos.

Tanto es su amor por el Titanic que su amuleto, como no podía ser de otra manera, es una fotografía antigua en blanco y negro del barco enmarcada. Va con él a todas parte. “Me lo llevé a Perú, a París…a todos los viajes que hago. Es muy especial. El resto del tiempo está en mi mesita de noche”.

Suena ‘Nearer my God to thee’, la última canción que interpreta la banda de música del Royal Mail Steamship Titanic antes de morir, Israel se emociona explicando que para él, la historia del buque más lujoso y grande del mundo es mucho más que la superproducción del director de cine James Cameron, “son miles de historias. Como la de una madre con cinco hijos que decidió embarcar para cambiar de vida y murieron todos, la historia del matrimonio de Rothes, español, que se tuvieron que separar. Él pereció en el barco y ella subió al bote salvavidas gracias al protocolo de actuación de mujeres y niños primero. O la historia de una mujer de primera clase que cuando estaba a punto de poner un pie en el bote que la iba a dar otra oportunidad volvió a su camerino a por su amuleto. Sobrevivió”.

Este sábado cenará el menú del Titanic

Israel piensa y cuenta. Una, dos, tres, cuatro… “¡doce! y muchísimas más en casa”, dice sonriendo Terán recordando su paso por el cine Capitol y Coliseum para ver la oscarizada película de James Cameron. Ha visto dos veces ‘Titanic’ en 3D.

Ya está preparado con sus mejores galas para asistir a la cena de gala en Barcelona. Será el sábado, 13 de abril, tendrá lugar en el Museo Marítimo de Barcelona para conmemorar el centenario del Titanic. Israel viajará acompañado por su madre, que se ha elaborado para la ocasión un traje igual que el que Rose llevaba en la película cuando Jack cenó en primera clase con ella y su familia.

Fuente: eldiariomontanes.es





Etiquetas: , ,

Comments are closed.