La cadena británica BBC ha anunciado que lanzará un servicio de descargas. Este servicio cuyo nombre es “Proyecto Barcelona”, permitirá a los usuarios descargar y comprar vídeos de programas y series, así como el acceso al archivo histórico de la BBC.
Según anunció el director general de la cadena Mark Thompson en la Royal Televisión Society, este proyecto abrirá una ventana en todo su contenido. Hasta ahora la BBC tiene su programación disponible a través de iPlayer, que es un servicio donde se puede ver en ‘streaming’ pero los contenidos caducan a los siete días.
Thompson dijo que teniendo en cuenta la calidad de la programación de la BBC, tanto de sus documentales como de sus series, la compañía quiere que los usuarios puedan disfrutar de su contenido pasado ese plazo de una semana.
Por ello el objetivo de este proyecto es trabajar de manera conjunta con iPlayer y el Proyecto Barcelona. En primer lugar los contenidos estarán disponibles en iPlayer durante ese plazo de 7 días, y luego estarán disponibles de forma permanente en el nuevo servicio, pero habrá que pagar un precio nominal por cada descarga.
POLÉMICA EN EL PAGO POR DESCARGAS
El director de la BBC ha anunciado que el precio por descarga será “relativamente modesto”. Este pago ha causado el rechazo de los británicos ya que ellos ya pagan por tener televisión en casa, y esto financia en gran parte a la BBC y sería “pagar lo pagado”. El director se ha defendido diciendo que se trata de un acto similar a “ir a una tienda a comprar un DVD de algún contenido que ya se ha emitido en televisión”.
De momento todavía no se sabe cuando será el lanzamiento oficial de este proyecto, aunque se supone que saldrá antes en Reino Unido que en el resto del mundo, ya que todavía se encuentra en fase de planificación.
Tampoco se han dado datos de cuanto costará cada descarga. Aunque supuestamente es un servicio que competirá con iTunes, el director general dijo que no descartaba realizar alianzas con otros proveedores de difusión de contenidos (como es el caso de iTunes).
Fuente: elEconomista.es