No hay trampa ni cartón. Ni mucho menos plástico. La ya coronada como ‘barbie’ humana que la semana pasada inundó la red es de carne y hueso. Ocultó su identidad real bajo el seudónimo Kota Koti y evitó mentar en sus perfiles de Twitter y Youtube -las cuentas de Facebook con su nombre son falsas- de dónde es. Pero a estas alturas de la era cibernética en la que con solo un click podemos saber quién es quién en este mundo, qué edad tiene, incluso a qué dedica el tiempo libre, era de esperar que no tardáramos mucho en descubrir a la misteriosa ‘muñeca’.
Ella es Dakota Rose Ostrenga. Un chica de 16 años, residente en Orlando (Florida, EE UU) y hermana de Kirsten Leigh Ostrenga, alías Kiki Kannibal. Kiki, como ahora su hermana Kota, saltó a la fama hace algunos años en Norteamérica, cuando apenas tenía 14 -este año cumplirá los 20-, por colgar sensuales fotos inspiradas en la tribu urbana de los emo en la red social Myspace. Su éxito en internet y el posterior acoso que sufrió por parte de sus seguidores y detractores llegó hasta las páginas de la revista ‘Rolling Stone’. Sea como fuere, las hermanas Ostrenga no son unas desconocidas.
Ahora es el momento de Dakota. Las fotos y vídeos tutoriales de cómo conseguir un look de personaje de anime (series de animación de origen japonés) han llegado a los informativos de medio mundo. China, Korea o Japón, donde la estética que sigue esta ‘barbie’ es motivo de culto, fueron los primeros en fijarse en ella. Y de ahí a todo el mundo. «Al principio era raro verme en los canales de noticias, pensaba que quizás había hecho algo mal. Pero me lo paso bien haciendo esto. Lo hago para divertirme», cuenta la joven en uno de los pocos vídeos en los que se la oye hablar.
En él ni enseña a peinarse cómo una muñeca manga, ni cómo realza sus enormes ojos. Kota, junto a su hermana Kiki, trata de convencer a sus seguidores de que financien su nuevo proyecto: viajar hasta Los Ángeles para lanzar su carrera en el mundo del espectáculo. Pero dos caras bonita no han sido suficiente y la iniciativa se cerró sin éxito en febrero. Pero cuidado. Quieren comerse el mundo y no parecen dispuestas a cejar en el empeño. (Diario Montañés)
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